lunes, 27 de febrero de 2012

¿Por qué duérmete mamá?

Nuestras madres se parecían a las suyas, y éstas, a las bisabuelas. Pero el cambio generacional ha sido tan brutal que los antiguos patrones no sirven: universitarias, maternidad tardía, mujeres que no tenían necesariamente tener hijos como objetivo en vida… 


¿A quién imitamos nostras? "Duérmete mamá" quiere poner su granito de arena para crear un nuevo modelo de maternidad que nos refleje de verdad, que no nos quite el sueño por no ser todo lo perfectas que se nos exige (o nos exigimos) y nos ayude a convertir a nuestros hijos en los nuevos hombres y mujeres del mañana.


En este proyecto "Duérmete mamá" participamos seis mujeres, profesionales y madres, que nos proponemos dar una imagen de la maternidad real.

Fumar te hace peor madre

Sí, todos sabemos que el tabaco es malo para la salud de la madre y de su hijo. Los niños de padres fumadores tienen más problemas respiratorios y cardiovascularesmás probabilidades de tener asma, etc.

Pero de lo que yo quiero hablar es de que fumar perjudica la relación que la madre tiene con su hijo, el vínculo. Aquí van 10 razones por las que el tabaco perjudica gravemente la maternidad:

1.- Las madres fumadoras no llevan a sus hijos en  bandolera o mochila.

Si fumas, sacas al niño siempre en cochecito, aunque sea para comprar una barra de pan en la tienda de abajo. Así te puedes encender un cigarrito por el camino. De esta manera, privas al bebé de ese contacto cuerpo a cuerpo que le hace entirse seguro y protegido.

2.- El tabaco interfiere psicológicamente en la lactancia.

Ya sabemos que la lactancia materna a demanda es lo mejor del mundo para los bebés, aunque la madre fume. Pero, sinceramente, ¿qué madre fumadora da el pecho a su hijo después de fumar sin aprensión? ¿Cómo influye eso en la decisión de seguir dando el pecho?

3.- Las madres fumadoras están menos disponibles para sus hijos.

Al cabo de un rato pintando o haciendo puzzles empiezas a ponerte nerviosa e irritable, porque quieres fumar  y no puedes. Interrumpes el juego con tu peque para escaparte a la terraza a fumar. Si acabas de fumar y abrazas a tu hijo, en lugar de hacerle pedorretas en el cuello alejas tu cara de la del niño al máximo. Si el niño tropieza por la calle y acabas de encenderte un cigarrillo, le dices que se levante desde cierta distancia para que le llegue la menor cantidad de humo posible, en lugar de acercarte a él, como harías si no estuvieras fumando…

4.- Las madres fumadoras hacen planes menos saludables con sus hijos.

Claro que llevas a tu hijo a la piscina o al campo. Pero inconscientemente buscas planes en los que se pueda fumar y donde no te miren mal por hacerlo. Los padres fumadores prefieren tomar el aperitivo a montar en canoa, sentarse en la terraza de un bar a hacer manualidades en casa, llevar a su hijo “a dar un paseo” (expresión utilizada por los adictos a la nicotina  para dar una vuelta a la manzana  y poder fumar a gusto) a llevarle a un polideportivo. En lugar de montar en bici, caminan llevando al niño –sentado- en el carrito.

5.- Las madres fumadoras se engañan sobre la exposición al humo de tabaco a la que someten a sus hijos.

Aunque estés en un banco del parque, tu hijo está respirando humo si está cerca de ti. Fumar sólo en la cocina, o en el baño, también es “fumar en casa”. ¿Ves ese cenicero lleno de colillas de la terraza? Tu hijo también. Sí, tú no lo notas, pero tu ropa y tu pelo huelen a tabaco.

6.- Las madres fumadoras disfrutan menos de ciertos planes con niños

“Hoy vamos a pasar la tarde en casa de una amiga haciendo galletas con los niños, aprendiendo a tejer y charlando de nuestras cosas”. Si eres fumadora, al leer esto ya has pensado “Buf, y toda la tarde sin fumar” o “Bueno, puedo escaparme a la terraza cuando los niños estén entretenidos”.

7.- A las madres fumadoras les cuesta más llevar una vida estructurada con los niños.

Sí, porque interrumpen o retrasan rutinas del niño para fumar. Porque la necesidad de nicotina marca unos ritmos que interfieren en todo lo que se vive con los niños.

8.- Las madres fumadoras dan un ejemplo de autodestrucción a sus hijos

Fumar es una agresión al propio cuerpo y al de los que más quieres. Enseñar a un niño a cuidarse, cuando eres adicta al tabaco, exige pasar por alto ciertas contradicciones obvias. ¿Tienes la misma fuerza moral para decir “el chocolate solo se come de vez en cuando” si no eres capaz de fumar solo de vez en cuando? Yo creo que no.

9.- Las madres fumadoras disponen de menos dinero para sus hijos

¿Clases de música para bebés a 60 euros al mes? ¡Es carísimo! Bueno, un fumador se gasta eso en tabaco en solo quince días. Si los dos padres fuman, se están gastando en el estanco el equivalente a unas clases de música, otras de natación, unos talleres de cocina con niños y las clases de plástica en inglés todos los meses.

10.- Las madres fumadoras cargan con una ración extra de culpa

¡Ay, la culpa! Ese sentimiento tan dañino y tan vinculado a la maternidad. Todas lo llevamos dentro: que si no estoy lo suficiente con mi niño, que si he perdido los nervios y le he gritado, que si ha merendado queso dos días seguidos porque no hemos ido al súper… pequeños gusanos que roen la manzana de nuestra confianza. Bueno, pues sea cual sea tu capacidad para sentirte culpable como madre, si fumas se multiplica por tres.

¿Que por qué sé todo esto? Porque yo soy fumadora. Y desafío a cualquier madre que lleve un paquete de tabaco en el bolso a que desmienta mi decálogo. Dicho lo cual, como aquí no estamos para castigarnos sino para desahogarnos, mañana mismo dejo de fumar. Quiero ser una mamá libre. Procurad no cruzaros conmigo por la calle en las próximas semanas. Dentro de un mes o mes y medio, estaré disponible para hacer galletas con los niños donde me digáis.